La fumigación con glifosato en
las tierras rurales del Putumayo acabó con los cultivos de la finca de la
familia de María Rosalba Cadena, perdiendo con ello el sustento diario de sus
cuatro hijos. “Perdimos todo, no teníamos nada, y duré mucho tiempo buscando
empleo pero nadie le da trabajo a una mujer con hijos”, expresó.
María Rosalba tiene 53 años de edad, y con su voz entrecortada abre el corazón y narra la lucha que vivió para salir adelante con su familia. “No sé porqué no busqué ayuda antes. Pero con mis cortos conocimientos y mi pasión por el arte empecé a recorrer las calles para inventarme cosas para vender, como lápices de colores con palos de escoba y muñecos pintados en espuma, y la gente le gustaba y me los compraba”, expresa.
Esta mujer luchadora y
emprendedora comenta que no se ha derrumbado gracias a que sus cuatro hijos han
sido el motivo para amanecer día a día y continuar en el camino de la vida, camino
que la llevó a conocer a su compañero sentimental que trabaja desde entonces
hombro a hombro con ella.
“Hace tres años que salí de la
finca, y en la búsqueda de crear mi negocio exploré el área del tejido en
crochet, oficio que aprendí de manera básica en la escuela con la profesora
Olga Burgos. Yo misma me he dado las formas para aprender. Puntada que me gusta
he pagado para que me enseñen y con ese esfuerzo he conseguido lo que tengo”.
Hoy en día María Rosalba vive en
una casa construida en su mayoría en madera en la vereda el Ferri del
corregimiento de Santa Ana, cerca al mirador y balneario turístico que permite
apreciar y disfrutar de la inmensidad del río Putumayo.
“Mi ilusión es posicionar la
marca de mis tejidos que se llamará Creaciones Rosita, para ello estoy siendo
asesorada por el SENA, y sé que con la ayuda de esa Entidad y de Dios lo
lograremos porque esta vía es la que lleva al Ecuador”, expresa con felicidad.
Rosalba tiene un espíritu
emprendedor que le ha permitido poco a poco y con sacrificio alcanzar sus
sueños. “Mis hijos Elizabeth, Pedro Fernando, Aura Rosa y Leidy Rosario han
aprendido el oficio del tejido y el trabajo en equipo ha permitido que muchas
personas conozcan nuestro trabajo. Gracias a Dios tenemos clientas en Puerto
Asís, Orito, Mocoa, quienes nos hacen diferentes pedidos personales o para sus
locales comerciales”.
Debido a su carisma, trabajo y
deseo de superación ha conseguido numerosas clientas que demandan cierta
cantidad de artículos en crochet como vestidos, blusas, chales, chalecos,
faldas, gorros, cachuchas, bolsos, entre otros, las cuales sus manos y ojos y los
de su familia no son suficientes para cumplir con los diferentes pedidos que
elaboran a mano.
“Mi meta es emplear a madres
cabeza de familia que no encuentran empleo por estar al cuidado de sus hijos o
simplemente porque son discriminadas. Es así que con ayuda del SENA se están
capacitando a 60 mujeres en la técnica del tejido en crochet”, manifestó.
Al final, esta mujer guerrera
agrega, “quiero que aprendan a trabajar en esta área y así consigan el sustento
de sus hijos, para que no sufran en la vida y aprendan a defenderse, y esto lo
lograremos con la guía y formación que estamos recibiendo del SENA”.
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